sábado, 4 de junio de 2011

PARED DEL LIBRO ABIERTO - ANGLADA-CERDÁ

La reacción guía nueva surge efecto. Ordesa me trae ciertos recuerdos y una vieja cuenta pendiente de la que me bajé hace muchos años por tormenta. Remuevo en la lista de posibles y llamo a bastantes candidatos a escalar la Rabadá-Navarro del Gallinero. Nada, o la han hecho ya o no pueden. Pasados unos días la única oferta parecida es Héctor que me propone un objetivo bastante más ambicioso. De entrada no me convence mucho pero acepto, haremos dos vías: su propuesta y otra más fácil.
Pasamos la noche en un hueco de la carretera, lloviendo. Al siguiente días a las 6 de la mañana aún llueve, pero al cabo de una hora comienza a despejar levemente. Eufóricos de optimismo y tranquilamente vamos para allá. La idea final es hacer hoy una vía más fácil (la Anglada), dejar el material por la base de la pared y mañana la chunga.
Total, que vamos y la hacemos. Y, para ser honestos yo con una creo que ya he tenido bastante por unos días, esto cansa y no se si tenemos los cuerpos para dos vías seguidas, pero vaya.
Llegamos arriba y nos recibe una fuerte o fuertísima borrufada con nievecilla y una rasca de aquellas que no puedes ni abrir la boca. Bajamos flechados. A pie de vía, Héctor descubre que se ha dejado en el árbol de la cima todo el kit de role, reverso incluido. Pilla el frontal y, como es joven, recio y reciente bombero está fuerte como un torete y vuelve a subir para arriba. Yo me largo tranquilamente al coche a por el bocata mortadeladeolivas y la birra.
Por la noche la furgo se zarandea gracias a las fuertes rachas de viento, no me imagino arriba. A las seis otra vez el riiiing y para arriba. Ya vemos medio claro el asunto del aire y decidimos subir (para mi regocijo y poco convencimiento de Héctor) en busca del material. Es lo suyo, a pesar de la visión extremadamente optimista del compañero, no me noto las manos de frío y la cascada de la pared de la Idem, nada más saltar al vacío se la lleva el aire pulverizada y no llega abajo ni por asomo. Los témpanos de hielo, de la noche, son lanzados regularmente hacia el Pilar de Cotatuero. Buuuuf, pata-agónico.
De entre las diversas opciones para salvar el día camino de casa, elegimos Las Devotas, excelente elección. No había estado nunca y me pareció un lugar buenísimo. Pleno de chorreras y formas diversas y con mucho más canto del que nunca hubiera imaginado, es como un rocódromo largo, pero con los seguros a casadiós. No me importaría tener una pared así cerca de mi casa.











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